En Tiempos de Coronavirus…

Son tiempos de cambio e incertidumbre. Tiempos de aprendizaje y de oportunidad. Son tiempos para que cada uno de nosotros decida lo que quiere aprender de todo esto. No porque podamos elegir en todos los casos lo que queramos, sino por lo que queramos sacar de lo que nos pasa.

Todos los días nos llegan decenas de mensajes, comunicados, noticias, memes o videos relacionados con la situación que afrontamos. De entre todos ellos, he querido rescatar un precioso poema que va dirigido al Coronavirus. Lo escribe una persona muy sensible con la situación y al mismo tiempo muy esperanzada sobre lo que nos va a dejar como aprendizaje.

 

Se titula «10.000 kilómetros» y reza así:

 

«Déjame contarte algo, Coronavirus:

10.000 kilómetros de cruzada para llegar hasta aquí. 10.000 kilómetros más y has coronado el mundo entero. No te ha hecho falta más de tres meses.

Sin piedad has invadido nuestros hogares, nuestros trabajos y nuestras calles.

Te has acomodado donde nuestros canos pasan su senectud.

Sabemos que necesitas de las gotas que exhalamos para viajar y que te quedas a vivir en nuestro sistema respiratorio. Es en nuestros alveolos donde despliegas toda tu artillería y campas a tus anchas mostrando tu cara más cruel.

Frecuentas pasamanos, mesas y tejidos. Hasta te has enmascarado en nuestras monedas. Qué gran oportunista.

Hoy y mañana, tristemente, tu imperio seguirá siendo visible desde el espacio.

Te has convertido en el magnate del universo. El rey de nuestro miedo, de nuestra incertidumbre, de nuestra paranoia y de nuestra angustia.

Tu emblema es el dolor y el ahogo. Eres sigiloso pero muy infecto cuando te sientes amenazado en poderosos cuerpos.

Ostentas el espeluznante título de asesino en soledad.

Tu símbolo es la despedida imaginaria de los que nos quedamos a quien ya perdió su batalla.

Qué grande te queda la corona que portas, esa con la que nos vacilas y maltratas a base de curvas desbocadas y cuadros de agónica asfixia.

No permitiremos que sea tuyo el privilegio de lucir coronas ni de merecer glorias.

Tu destierro está llegando. Deseamos más pronto que tarde.

Todos los honores y decoros son para los que hacen de ti un pasajero súbdito en nobles e inocentes cuerpos llenos de vida y con tubos encajados en sus fauces. Para los que, por protegerse de ti, marcan sus caras y se sofocan bajo sus indumentarias tras interminables y desasosegadas jornadas. Para los que acompañan, sin consuelo, a los vencidos en su último suspiro.

Sanitarios, sois los verdaderos y auténticos reyes y reinas de la corona.

Los honores también son para los que frenan tu conquista acorralándote durante quincenas en pequeñas habitaciones.

Son para los que, al toser, te detienen en su codo y te cubren de jabón como gran muro de contención y desintegración.

Son para los que han decidido no convertirse en tu lacayo y abolir tu insignia quedándose en casa.

Son para los que, día tras día, dominan sus miedos y siguen al pie del cañón en múltiples servicios legitimando y dignificando profesiones.

Gracias a ti vivimos más unidos que nunca, aun sin sentirnos ni tocarnos.

Gracias a ti sabemos que las fronteras no existen, las construimos nosotros.

Gracias a ti descubrimos nuestras debilidades y tratamos de transformarlas en fortalezas.

Gracias a ti valoramos aquello que parecía perenne en nuestra inercia y ahora notamos su ausencia.

 

El sentido del humor se revela protagonizando nuestras interacciones como bálsamo de nuestra pena y nuestra rabia.

La generosidad de los expertos se pone al servicio de los necesitados.

Cada día al terminar la tarde nuestra gratitud se escucha, de arriba a abajo, en todos los rincones del país.

Juntos vamos a frenar tu humillante curva.

Juntos vamos a destronarte.

Juntos celebraremos tu derrota y aplaudiremos nuestra victoria.

Juntos despediremos con honores a todos nuestros abatidos en este miserable duelo.

Juntos haremos del abrazo el símbolo de la superación.

Nos abrazaremos tanto y tan fuerte que todos nuestros pedazos rotos se unirán de nuevo».

Noemí García Ordóñez

 

Dependerá de cada uno de nosotros qué conclusiones saquemos con lo que nos pasa. Es nuestra oportunidad de crecer y de aprender a discernir lo importante de lo accesorio. Sobre nosotros recae la responsabilidad y la valentía de ser capaces de mejorar cada día un poco más.

 

Rober Mengual

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