Resiliencia, aprendiendo a superarse.

La RAE define la Resiliencia como la “Capacidad de adaptación de un ser vivo, frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. En psicología, a esta definición le sumamos la capacidad de aprendizaje en dichas situaciones, y la posibilidad de salir no sólo indemne de ellas, sino más fuerte y con nuevas herramientas para afrontar otras situaciones.

 

¿Quién no ha tenido una situación adversa que superar? Por ejemplo, la muerte de un ser querido, una enfermedad, el despido de un trabajo, problemas económicos o una ruptura sentimental.

 

Aunque en un principio parezca una situación sin salida, finalmente encontramos una solución, aunque no sea lo que deseamos, sino “la menos mala”, que con el tiempo nos resulta satisfactoria o suficiente. Cuando esa situación no tiene solución, encontramos la forma de adaptarnos y seguir viviendo, y además, vivir bien. Y así aprendemos, lo que nos facilita el afrontamiento de nuevas situaciones difíciles del futuro.

 

El ser humano es capaz de habitar desiertos abrasadores y zonas heladas,

¿cómo vamos a dudar de nuestra capacidad de adaptación?

 

Últimamente está muy de moda el concepto “zona de confort”. Afrontar situaciones es salir de esa zona de confort y la resiliencia nos permite salir de nuestra zona de confort y no “morir en el intento”, sino crecer con ello y sentirnos más capaces y felices con nosotros mismos.

 

Evidentemente, la resiliencia tiene sus implicaciones: superar el miedo a afrontar determinadas situaciones y dejar atrás viejas formas de actuar que antes fueron útiles, pero ya no lo son. Utilizar nuevas estrategias psicológicas que proporcionen nuevos resultados y así desarrollar nuestro potencial al completo.

Hay personas que tienen esta capacidad de forma innata, sin embargo, esto no quiere decir que no se pueda aprender. ¿Te has fijado en las múltiples situaciones que pensamos que son irresolubles y una vez terminada la situación vemos que hemos podido superarla? Hay quien piensa que ha tenido suerte, pero si nos responsabilizamos  de ese éxito, nos daremos cuenta de como día a día superamos situaciones y veremos cómo somos más resilientes de lo que pensábamos.

 

Plantéate cómo conseguiste salir de una situación difícil y como pudiste aprender de ella y ahí tienes un ejemplo claro de Resiliencia.

 

Por otro lado, si quieres desarrollar tu capacidad de Resiliencia, aquí tienes unos consejos que pueden resultar útiles :

  • Conocerse bien: todos tenemos fortalezas y limitaciones, conocerlas ayudan a afrontar las situaciones con más seguridad apoyándose en las fortalezas y confiando en su propia capacidad y teniendo en cuenta las limitaciones para proponernos metas objetivas.
  • Plantearse metas realistas. No perder de vista el objetivo, pero plantearse metas intermedias y sujetas a ajustes si es necesario.
  • Centrar la atención en el presente, sin recrearse en vivencias negativas del pasado ni anticipar consecuencias negativas en el futuro.
  • Encontrar tiempo de ocio, tiempo para relajarse con actividades, sólo y acompañado y practicar relajación.
  • Cambiar la actitud frente a las situaciones, no las situaciones en sí, que la mayoría de las veces no dependen de uno mismo. Evaluando las situaciones difíciles como un reto del que se puede aprender y no como un obstáculo imposible de superar.
  • Ser flexible a la hora de tomar una decisión, no obcecarse en un camino cuando este no lleva a ningún sitio.
  • Practicar la empatía, comprender al otro ayuda a disminuir las emociones negativas hacia los demás y facilita las relaciones sociales.
  • Ser asertivo, comunicarse de forma adecuada, respetando tanto nuestras opiniones y decisiones como las de los demás.

 

En definitiva, la Resiliencia es una capacidad que se puede entrenar y aprender, para lograr una mejor calidad de vida y bienestar con uno mismo.

 

Almudena Mateos

Doctora en Psicología.

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